Maneras de explicarle la depresión a una cajera de Walmart (I)
No es mi intención menospreciar a nadie, mucho menos hacer una generalización ofensiva para los trabajadores de ese supermercado. No, nada parecido es lo imbuido en el título. Les cuento, hace tiempo conocí a una mujer llamada María, ella trabaja en ese lugar. María y yo salimos y hablamos de vez en cuando, aunque nos hemos visto muchas veces, no estoy seguro de ser su amigo. María un día me sorprendió al hacerme una recomendación enfática, casi casi autoritaria, para curar mi depresión. María me dijo que eso se curaba con huevos. No se refería esta mujer a que comiendo huevos tibios, o huevos ahogados con nopales, o huevos con jamón en el desayuno iba yo a paliar de alguna manera mi padecimiento. Ella se refería a la voluntad, a esforzarme para dejar de sentirme como me sentía. No dije nada. Durante una consulta con mi siquiatra pregunté de qué manera podría yo explicar a la gente que quería saber el origen o las causas específicas de mi depresión. El médico respondió que, si acaso, les dijera que me había deprimido por las mismas razones por las que da cáncer de cerebro, o diabetes, o un ataque al corazón.
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