La meditación conocida como mindfulness, o sea, esa práctica que retira todo lo religioso y metafísico de las tradiciones orientales y se enfoca en la respiración y la conciencia del momento presente, aconseja identificar los recuerdos y no reaccionar ante ellos. De esa manera, las emociones que nos producen los recuerdos se pueden atemperar, modular, controlar.
Supongo yo que esos consejos serán prácticos cuando el pasado atormente al individuo que practica la meditación. Pero, qué tal si el pasado resulta la única isla de confianza en uno mismo, el único lugar imaginario donde el mundo era un lugar con luz e ilusión.
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