Superchangopicaresco
Ayer me dijiste que no te volviera a llamar
Muchas veces te dije que el abandono era como un veneno para mi alma. Te dije que yo, en aquellos momentos no podía soportar que te fueras, que me dijeras que te irías para siempre y que no te importaba dejarme. Quizá mi sensibilidad de depresivo estaba a flor de piel, quizá querías probar (porque alguna vez lo dijiste) cuánto era capaz de soportar. Bueno, la penúltima vez que te marchaste el dolor parecía que me partía el cuerpo, no podía dejar de llorar. Solo el alivio que el humo del cristal de metanfetamina podía alejar de mi ser la tortura mental del hecho de no volverte a ver. Te portaste como una hija de puta, lo que es más que la verdad.
El tiempo que es locura, todo lo cura.
La vida te ha vencido y te cubres de sus ataques con los huesos de los cadáveres de tus padres. Con la osamente seca y resquebrajada de un cascarón que asemeja una casa en el último pueblo del mundo. Ahi pretendes cultivar. Dime, si tienes las entrañas secas, ¿qué piensas cosechar?
Comenzamos a despedirnos el día que nos conocimos.
¿Recuerdas, Martelva, que nos presentó Francisco frente a un plato de carne nadando en grasa? me llamó la atención tu despreocupado nerviosisimo, tu blusa rosa (mi color preferido), las marcas de acné en tu rostro, quise imaginar, te daban cierta personalidad. En vano busqué en tu pecho las curvas que nunca encontré. Sin embargo, algo en tu mirada me inspiró ternura. Por eso me comuniqué unos días después contigo. Ahí empezó esta historia, esta historia que me niego a contar.
No, no te perdono. No te puedo perdonar.
Written by: León Guerrero